lunes, 1 de septiembre de 2014

El Valls de Hollande

François Hollande llegó a la presidencia de la República francesa con todo el crédito agotado. Aquellos que financian los préstamos nacionales, junto con todo el conglomerado industrial y mediático que los rodea, habían decidido ya que Francia debía reformarse. Las promesas socialistas murieron antes de poder ponerse en práctica.

La incapacidad para reformar la economía por la izquierda, el aumento del paro y la pérdida de votantes llevaron al equipo de Hollande a buscar por la derecha la ventaja perdida. Con ello, el gobierno del PS se convertía en el enésimo ejecutivo que seguía a pies juntillas las máximas de las élites del poder: lo principal es permanecer en el gobierno, adaptando los recursos o la ideología a las corrientes imperantes.

Para este cambio, Hollande designó a su ministro de Interior, Manuel Valls, que declaró ante la prensa que la izquierda, para querer serlo, debía participar del mismo lenguaje y lógica que el resto de tendencias ideológicas imperantes. La izquierda solo podía seguir siendo tenida en cuenta si se vaciaba de contenido.

Con estas ideas como punto de partida, Valls ha hecho los últimos ajustes en su ejecutivo: la promoción de Emmanuel Macron al cargo de ministro de Economía representa la señal más clara de que el gobierno socialista pugna por adaptarse a toda costa a las circunstancias. Macron, licenciado de la elitista ENA -como la mayoría de sus compañeros-, ha trabajado, y no de cajero precisamente, para la banca Rotschild, y tiene claro que los impuestos altos, la redistribución y la gestión estatal de la economía los aproximarían a "una Cuba sin sol", como declaró al principio del mandato de Hollande.

Con estas últimas noticias, el Valls de Hollande continúa. La derrota ideológica -el hecho de asumir las ideas dominantes- ha traído consigo un enorme entusiasmo en relación con las tesis de la austeridad y la desregulación de las relaciones económicas. La prima de riesgo lo agradecerá. Y todos los ciudadanos que decían que "Francia no podía seguir así", también. Pronto notarán los primeros beneficios: un ligero aumento del empleo, mayor crédito internacional... Francia se moderniza, lo que ocurre es que este es un capítulo más de una larga serie. Veremos cuáles son los efectos secundarios.

2 comentarios:

ceronegativo dijo...

Los efectos secundarios serán los de cada vez que la social democracia asume las tesis de la derecha-derecha: recortes sociales y de libertades... Si no, al tiempo.

Edelmino Pagüero dijo...

Una cosa va con la otra. Lo horrible es la convicción con la que actúan y afirman que lo que hacen es izquierda.