jueves, 29 de mayo de 2014

Diario de un analista confuso (6). PODEMOS

Estuve hace unos días en París, en un congreso. Había gente muy curiosa. Por ejemplo, un tipo que parecía tener unas gafas con nariz de pega, solo que en realidad eran sus gafas y su nariz. También, otro que tenía un pulso mucho peor que el mío y que, además, se parecía al personaje que termina suicidándose en "Alguien voló sobre el nido del cuco". La verdad es que al oírlo hablar, parecía casi normal. Bueno, si se tiene en cuenta que ocho de cada diez veces no soy capaz de descifrar el francés.

No obstante, he hecho algunos progresos. No sé si queda algún lector de mis aventuras francesas, hace ya un año. Cuando llegué a Toulouse, solo sabía decir "Je suis dentist". Y, claro, encontré pocas ocasiones en las que introducir esta frase, lo que me provocó cierto aislamiento al principio; solucioné esta situación con el peor remedio: juntándome con españoles.

Pero en esta ocasión ha sido diferente. Los organizadores del congreso, que eran relativamente jóvenes, me invitaron a tomarme alguna que otra cerveza y champán, lo que mejora mucho el francés: todos parecen entenderte e incluso puedes llegar a corregirlos si te haces con una botella entera para ti.

Nos quedamos en una azotea desde la que se podía ver el centro de la ciudad, rodeado de una arboleda y una vegetación impresionante. He estado ya cuatro veces en París (tres de ellas jugando a ser revolucionario) y cada ocasión supone una historia nueva. Quizá lo peor sea lo de los aviones y los aeropuertos -algo que he comentado en algunas ocasiones en el blog-. Me parece que algún día sucederá algo terrible en los vuelos low cost: tanta gente apretada e irritable promete una noticia digna de un especial de Telecinco. Por lo menos.

Estoy preparando la lectura de la tesis mientras algunos alumnos del año pasado me preguntan si puedo hacer de personaje para una especie de documental de cuatro minutos. Yo creo que me lo piden porque estoy a tiro y porque saben que voy a decir que sí. Pero es un orgullo poder trabajar con gente tan especial. Es una de esas compensaciones de una profesión esclerotizada en la cuantificación de unos méritos que han llevado a muchos a confundir los medios con los fines. Como en casi cualquier otro sitio, par ailleurs.

Quizá nuestro error sea tener, en general, las expectativas demasiado altas. Queremos que la izquierda sea estupenda, que la Universidad implique una isla de libertad... Con el entusiasmo, siempre la decepción, como ese amor fatal que no obstante se hace continuamente inevitable. Quizá la valentía esté en ilusionarse inocentemente, a pesar de asumir que dicha ilusión será dolorosa en algún momento futuro. Creo que no es una mala forma de vivir. Peor es el tabaco, dicen.

Actualidad

Podemos ha ganado las elecciones europeas: la principal prueba es que la formación de Pablo Iglesias ha obtenido 5 escaños en un parlamento de casi 800. Aun así -y al tiempo que los Le Pen se hacen con casi 25 asientos-, la extrema izquierda ya recorre Europa de manera fantasmagórica. Tertulianos malhablados recuperan dossieres de los meses pasados para hablar del nuevo mal. A Pablo le salen hijos bastardos por todas partes. La preocupación se conjuga con la "ilusión" de miles de militantes que se reunirán en las próximas fechas en las delegaciones informales de esta nueva formación política.

De nuevo, la ilusión (desmedida) y la decepción (hundimiento generalmente desproporcionado). Mi opinión es que se trata de una respuesta a un desencanto rabioso que requiere de una ciudadanía cada vez más capaz de controlar lo que está pasando. Sin "la gente", PODEMOS será como aquel PSOE pre-Suresnes que terminó por adaptarse a la estructura de dominación de la sociedad española. Una estructura que, según algunos autores, no se modifica sustancialmente desde 1939. Por fortuna o por desgracia, las estructuras sobreviven a las personas, a los partidos, a las organizaciones, e incluso a los acontecimientos (de hecho, las estructuras producen muchos de estos últimos). Esto último no es emocionante ni divertido, pero es fundamental. 

No se trata de ser un aguafiestas (que también). Sino de tratar que la ilusión se conjugue con realismo y la bofetada (que siempre se produce en cierto grado) no produzca un pesimismo deprimente que nos lleve a una situación aún peor. De nosotros depende, una vez más. ¿Podremos?

4 comentarios:

cristina palmero del pozo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Edelmino Pagüero dijo...

Vamos, ¡anímate!

Adrián dijo...

Somos muchos ya los que estamos pudiendo... "molestando" ... era normal que nos cogieran cariño, y que llegara un puto virtuoso a cambiar el objetivo de la utopía. Decía ayer el "señor" Francisco Marhuenda que la ideología de podemos es utópica, que no se podría mantener... utópico es que toda la sociedad española mantenga a un chorro de corruptos en el poder. Un profesor un tanto atípico de la universidad me dijo que existe un fenómeno llamado "profecía autocumplida" ... quizás no estuviese mintiendo...

Edelmino Pagüero dijo...

Hay que molestar. Porque sin molestar, el poder deviene absoluto. La ideología de Podemos es la de la socialdemocracia de los años cincuenta y sesenta en Francia, Italia, Alemania. No es muy distinta. Es una muestra de cómo somos más conservadores hoy día. No es utópica: ese lugar ya ha existido.

Vivimos con unas creencias que recrean una realidad cada vez más fea. Esperemos que el crecimiento de Podemos sirva para inspirar más movimientos. Pero hace falta la gente, mucha.